El primero en usar la palabra “mandala” en occidente fue el psicoanalista suizo Carl G. Jung (1875-1961). Jung afirmaba que los mandalas representan el mundo y la totalidad de la mente, incluyendo su parte consciente y subconsciente. Su primer mandala lo pintó en 1916 y llegó a dibujar uno diariamente, para reflejar el significado de sus sueños y “la situación interna del momento”. No sólo acercó el uso de mandalas a occidente, sino que demostró que a través de los mandalas se puede expresar el yo interior y estudiar la propia situación personal.
Jung solía interpretar sus sueños dibujando un mandala diariamente, en esta actividad descubrió la relación que éstos tenían con su centro y a partir de allí elaboró una teoría sobre la estructura de la psique humana.
Según Carl Jung, los mandalas representan la totalidad de la mente, abarcando tanto el consciente como el inconsciente. Afirmó que el arquetipo de estos dibujos se encuentra firmemente anclado en el subconsciente colectivo.
Según Empédocles “Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia no se encuentra en ningún sitio”. Una frase tan ilustrativa como los propios del mandala y su enorme rueda de propiedades.
El Budista Dakini considera que el mandala mandala es un círculo “mágico” con efectos relajantes que actúa sobre nosotros armonizando nuestro mundo interior con el exterior. Estos efectos se consiguen a través de la meditación mandálica o bien a través del dibujo de mandalas personales, donde además se desarrolla la creatividad (Ver: Realización de Mandalas).
Los mandalas están inspirados en la naturaleza, reproducen sus simetrías y sus colores en una estructura con forma de círculo, el patrón del mandala por excelencia. Es la forma geométrica más perfecta, usada durante milenios para ilustrar la totalidad y la verdad.
Hay tantos mandalas como individuos en el mundo y, sin embargo, en esencia, todos son iguales.
Según el Budista Kalachakra, mandala significa “círculo” en sánscrito, una lengua clásica utilizada en algunas zonas de la India hace más de 2.300 años. También puede traducirse como “rueda” o “totalidad”. Representa la integridad y el todo, y espiritualmente está considerado como un centro de energía, equilibrio y purificación que ayuda a transformar el cuerpo y la mente. Los mandalas son utilizados desde tiempos remotos en la India y desde allí se propagaron a otras culturas orientales y a los aborígenes de Australia. En la prehistoria, el círculo ya tenía carácter sagrado y se ha repetido con frecuencia en las primeras construcciones del hombre.
Aunque hay muchos ejemplos, el círculo megalítico de Stonehenge en Inglaterra es quizás la manifestación más conocida. Desde entonces se ha venido repitiendo en otras muchas manifestaciones artísticas, culturales y arquitectónicas como por ejemplo el calendario de piedra inca, el azteca o el popular símbolo chino del ying y el yang. Al mismo tiempo, el círculo también es la forma predominante del reino animal, y desde los átomos a los planetas se viene repitiendo incansablemente desde el principio de los tiempos hasta la inmensidad del universo.